Sábado en la noche. Carrete con amigos, compartiendo, divirtiéndonos un rato.
Esa noche nos fuimos tarde, como a las 7am. Entre que nos esperaba el taxi y que nos despediamos se me olvidó la cartera.
Me acordé cuando llegamos a la casa. "Shuuu! Mañana la vamos a buscar".
No nos acordamos hasta como las 3 de la tarde.
Pedimos prestado el auto y nos fuimos donde la Dani. (A todo ésto la hora del "Yaz" diario ya había pasado). Llegamos allá. Timbre sonando y la Dani que no aparecía.
-"Aló, Dani?"
-"Hola!, ahora no estoy en mi casa. Vuelvo como a las 7"
De vuelta sin mi bolsito. En el camino pasamos a un almacén. "¡Probemos la nueva Fanta de uva!" Genial idea. La mala idea fue abrirla en seguida para probarla... dentro del auto.
¡Splash! ¡Kaboom! ¡Kataploom!
Mis reflejos fallaron. El bebida salió a chorros como sangre de arteria. De los puros nervios no reaccioné a cerrarla en seguida y el auto quedó más salpicado que película de guerra (o porno) y con un impregnado olor a uva.
Cristóbal me quería matar.
Llegamos ultrarápido a su casa (para que no se secaran las manchas) y si algo nos quedaba de sueño se nos fue mientras limpiabamos el auto.
Al final quedó como si nada. Impecable. Pero Cristóbal aún quería matarme.
Según yo, "Shit Happens". Y todo por olvidar mi bolso. Si no hubiera sido así nada de ésto habría pasado, pero tampoco tendría nada que contarles.
Las anécdotas son como la salsa de los tallarines. Y además aprendí una lección: "Nunca abras una bebida recién comprada dentro del auto".
P.D.: La Fanta Uva sabe a esas calugas grandes que venden/vendían a $50 en los kioskos. Por si quieren probar.